Experiencias artísticas resurgentes y un movimiento educativo, político y
social, Murales en Mvdeo, Colectivo Arte en la Escuela. 2006 2016.
El motivo de
este ensayo ha sido asimilar un conjunto
de obras de arte que, para mí, logran
revelar un convenio intrínseco entre los individuos y los lugares que habitan. Es
decir, los artistas y los
espectadores en su relación con el complejo y diverso territorio Montevideano: un generoso
entorno atravesado por historias, que provoca la dual reacción de maravilla y
pena. A través de los diferentes segmentos que componen el texto, analizo
algunas obras de arte moderno y contemporáneo producidas en Montevideo por el
Colectivo Arte en la Escuela, con el fin de sugerir una transacción viable
entre la abstracción y el paisaje un grupo que asumió varios desafíos a través
del terreno plástico, la educación, la
política, lo social y ante todo lo estético. Con esta investigación me aventuro en
establecer vías de pensamiento para considerar una revisión histórica del arte moderno y contemporáneo en Uruguay y las
derivaciones y los efectos causados por este colectivo en varios de los
terrenos mencionados. La relevancia de su labor plástica como el incentivo a otros artistas y grupos
que de a poco salieron a tomar las calles. Quiero proponer una reevaluación de
la comprensión polarizada de la historia y de la crítica de arte en nuestro
País. Estos campos suelen optar por rivalizar las tendencias formalistas y las posiciones
inclinadas por el compromiso político de la obra de arte, de acuerdo a definiciones
retóricas intransigentes que no corresponden a la naturaleza misma del acto creativo
y su potencial poético.
Esta
intención está apoyada en perspectivas teóricas que presentan las nociones de
abstracción y paisaje como medios creativos a través de los cuales los artistas
de este Colectivo expresan sensaciones y
percepciones de su experiencia en un territorio particular: la naturaleza que
allí habita, sus topografías y topologías, sus dimensiones y proporciones, el
acontecer de los fenómenos del tiempo y del clima, las calidades de
luz y atmósfera, los humores que inspira y las historias por las cuales habla.
Durante este periodo se vivieron en Montevideo una serie de episodios a
nivel político, social y cultural que redefinieron la experiencia de sus
habitantes con el territorio: episodios de violencia y desplazamiento forzado
en zonas marginadas y exilio desde el interior hacia el escenario cosmopolita
de la capital, cuya población e infraestructura crecían aceleradamente. Estas
circunstancias definieron condiciones de vida en la ciudad y en la periferia
que, de una manera u otra, alteraron las relaciones con el paisaje natural, que
en Montevideo varían según se esté en uno o en otro Barrio. Los artistas
respondieron a este contexto convulsionado con la invención de iconografías
simbólicas que aludían a las emociones e impresiones suscitadas por las situaciones de violencia y las transformaciones que
conllevó en el paisaje y en la cotidianidad. Su respuesta dio lugar a varias
exploraciones visuales, según el interés particular. En términos generales, la
elaboración del espacio, de las figuras y de las acciones evita versiones
anecdóticas y veristas, tal como han sido las formas de representación comunes
para muchos otros ejemplos de pintura figurativa.
La labor que estos artistas emprendían no es muy seguida ni difundida sin
embargo ha pintado más de ciento cincuenta murales en Mvdeo, Han organizado dos
grandes encuentros de Muralismo, como primer antecedente en el País y su
vinculo con los niños y jóvenes a través del arte y la educación los ha llevado
a trabajar con miles de ellos. Han dictado cursos de Didáctica del arte para
docentes y educadores.
Esta coyuntura se define históricamente como la emergencia del arte moderno
en nuestra capital: la puesta en marcha de una motivación colectiva por
producir y difundir nuevas formas de lenguaje visual. Según lo que criticos de
arte en Uruguay han deducido, lo que distingue los procesos culturales de
mediados de siglo XX y el supuesto
modernismo en Montevideo es la independencia del campo de las artes plásticas
de la mediación de narrativas literarias para la producción y comprensión de
las obras de arte
.
Esta condición binaria es señalada por el
filósofo francés Jaques Rancière, quien revisa la distinción entre la estética
y la política en las disciplinas artísticas. Para el autor, esta diferencia se
instaura según la definición y comprensión de la estética desde la
pretensión de autonomía de las prácticas artísticas, en contraposición
a la política como un conjunto de acciones que representa conformaciones de
comunidad e identidades de lo común. No obstante, para Rancière, la estética y
la política van todo el tiempo de la mano, inseparablemente; aquello que une el
arte con la política es la posibilidad de constituir, material o
simbólicamente, una suspensión temporal y espacial en el plano de las formas habituales
de experiencia sensorial. Configura
una comunidad identificada con sensibilidades emergentes, tiempos y espacios
inusuales
Gustavo Baldovino 2017